Los planetas fríos
Kozlov, bailarín ucraniano

Por Lucas Brito Sánchez
Hace unos cuantos años, mientras trabajaba para la prensa del Instituto de Cultura del Chaco, me encomendaron una entrevista de rutina. Se trataba de un bailarín invitado que daría unas clases gratuitas en el ISPEA. Agarré la cámara de fotos y fui al encuentro de un tal Andrei Kozlov, ucraniano. Se trata de preguntar, de entrar en la historia del otro, pero ese día no tenía ganas. Le hice un retrato. Su clase iba a comenzar. Charlamos un poco. Dijo que no salía bien en las fotos. El rubio Kozlov sonrió y asomó un diente dorado. Le mostré la foto. Mide 1.90 y no hablaba fluido el castellano. Estaba contento con el resultado. De ese encuentro solo se publicó una gacetilla insulsa. Anoté eso en un cuaderno que solía llevar como diario.
Me desentendí del texto como hacemos quienes trabajamos en esto. Terminamos la nota y ahí queda. Salí del trabajo y visité a mi madrina después de quince años. Iba a casarme y me llamó para darme algo. Imaginaba una señora ya marchita, hundida en una silla de ruedas en una casa mal iluminada y con olor a vómito. No encontré nada tan tremendo, pero mi madrina se estaba quedando ciega. Tenía 76 años. Mi sirvió un vaso de agua. Podía moverse sola. Me interrogó con dulzura. ¿Qué hice de mi vida todos estos años?, quiso saber. Ponía los ojos hacia arriba. Vio algo que no alcancé a distinguir. En todos mis cumpleaños me regalaba una pelota. Me dio dinero. El rito antiguo reversionado.
Volví a casa y conté los billetes. Había de más. La llamé, le dije que a la tarde pasaría a devolverle lo que sobraba. Antes de irme le pregunté cómo veía. “Borroso, como un fuego”, dijo. La imaginé contando los billetes para dármelos. Los acercó a la cara, los olió. Vio un incendio subiendo por todas partes. Repaso los lugares por donde corrimos con esas pelotas. Ese barrio hace mucho que no existe. El barrio de las pelotas de mi madrina.
Cuando hice la entrevista yo no sabía que estaba ante una eminencia. A Kozlov lo llamaban “maestro”. Egresó de la Escuela Nacional de Danzas Clásicas de Kiev. En los 90 fue primer bailarín del Ballet Estable de Tucumán y primer bailarín del Ballet del Sur (Bahía Blanca). En 2009 lo pusieron a cargo de la Escuela de Danzas Ucranianas y Clásicas de Las Breñas, Chaco.
En 2015 hicieron correr en redes sociales un contrato de la Cámara de Diputados del Chaco con su nombre. Lo vinculaban al equipo de la diputada Viviana Damilano. Lo levantó una página de Las Breñas (Cordial, en la web) con un diseño espantoso y, como suele ocurrir con estas cosas, quedó en nada.
Pasé en limpio estos apuntes. A la noche siguiente soñé que Kozlov daba una función para ciegos en el Guido Miranda. En completa oscuridad, solo funcionaba un reflector que pegaba directo sobre su diente y encandilaba las primeras filas. Mi madrina nunca pudo ver lo que el fuego nos hizo.
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